Socios del fracaso

6/1/23- En los últimos días, tanto el intendente Aiola como el ex intendente Mauricio Barrientos, se jactan de un fallo supuestamente favorable para el Municipio con respecto a la usurpación de la firma Cirigliano en el ex Frigorífico Municipal. Omiten ambos  decir que el Municipio tendría que pagar una suma millonaria para recuperar el predio.

Una vez más el sector del peronismo que representa Barrientos junto con Domínguez y Golia, (mas otros aliados que se dicen kirchneristas)  se “pelean” con el Intendente por colgarse los laureles de un fallo que consuma una estafa.

Para decirlo claro: En el año 98, cuando se comprobó que la empresa no había utilizado el predio para los fines a los que se le había cedido, el inmueble debió volver a manos del Municipio en forma inmediata.

Que los intendentes Domínguez, Recalde, Golia (en dos oportunidades), Barrientos y Aiola no hayan tenido el coraje de tomar posesión, es otro tema.

Cuando se deroga por ordenanza una cesión con cargo, el Municipio tiene la facultad de tomar posesión del inmueble. Si un particular se siente perjudicado, corresponde que este actúe en la Justicia, padeciendo en tal caso las dilaciones permanentes a la que estamos acostumbrados. Siempre esta primero el interés comunitario, nunca el interés particular.

El Municipio nunca debió ir a la Justicia. Debió tomar posesión inmediata del predio en el año 1998. Fue un error de Barrientos, continuado por Aiola, avalado por toda la vetusta dirigencia política local, una claudicación más en la defensa de los intereses de los chacabuquenses. 

Exactamente lo mismo hicieron con el predio del Tiro Federal.  Solo dilaciones y perjuicio económico para el Municipio. Todos los concejales anunciando en conferencia de prensa que van a ir a la Justicia, para tapar sus propias falencias. Pacto corporativo en su máxima expresión.

Lo que correspondía en ese caso también  era recuperar el predio, construir  un parque, un barrio, una sala de salud… Hoy el predio sigue abandonado y «judicializado»

Por Martín Carnaghi

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