EL PAPA APRUEBA MILAGRO DE UNA RELIGIOSA ARGENTINA Y SERA BEATA

Sor Crescencia.
Sor Crescencia.
20/12/11- El Pontífice firmó ayer el decreto que reconoce que la monja «intervino» para la curación sin explicación médica de una hepatitis aguda fulminante de María Sara Pane, quien ya padecía de diabetes.
Fuentes eclesiásticas dijeron a DyN que la ceremonia de beatificación ocurrirá «muy probablemente» en 2012 en Pergamino, donde la monja vivió su infancia y adolescencia.

El proceso de beatificación de sor Crescencia Pérez, de la congregación de las Hijas de María Santísima del Huerto, fue abierto en 1986 por el entonces obispo de San Nicolás, monseñor Domingo Castagna.

Tras el estudio de la vida y virtudes de la religiosa argentina fue declarada «venerable» por Juan Pablo II, y era necesario que Benedicto XVI firmara el decreto declarando la validez de un milagro para que sea beata, requisito que hoy se cumplimentó.

María Angélica Pérez nació en San Martín, provincia de Buenos Aires, el 17 de agosto de 1897, en el seno de una matrimonio de inmigrantes llegados de Galicia, España, que tuvo siete hijos, y supo de padecimientos y pobreza.

Vivió su infancia y adolescencia en Pergamino, donde se dedicó al estudio y al trabajo en el campo.
En 1915 ingresó en el noviciado de Buenos Aires de las Hijas de María Santísima del Huerto, monjas que también la educaron, e hizo su profesión religiosa para esa congregación tres años más tarde.

La religiosa dedicó su apostolado a los niños, primero como maestra, y luego cuidando a los enfermos.

Estuvo tres años junto con niños tuberculosos internados en un sanatorio de Mar del Plata.
Al enfermar de pulmonía, se trasladó en busca de mejores condiciones climáticas a Vallenar, Chile, donde atendió a los internos del hospital local hasta el final de su vida.

Murió el 20 de mayo de 1932, a los 34 años, en medio de gran pesar de la población local, que la llamaba «la Santita» o «sor Dulzura».

Reflejo de la devoción popular, la gente impidió que las Hermanas se llevaran su cuerpo, que en 1966 fue encontrado incorrupto y actualmente se encuentra en la capilla del Colegio del Huerto de Pergamino.

Ceferino Namuncurá es el último argentino proclamado beato. Fue en Chimpay en 2007 en el marco de una ceremonia bilingüe presidida por el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone.

La Iglesia católica abrió casi medio centenar de causas para canonizar a religiosos y laicos argentinos que dieron testimonio de su fe o murieron por su fidelidad al Evangelio, pero ninguno alcanzó la instancia máxima de la santidad.

El único que ostenta a medias la condición de «santo» es Héctor Valdivielso Sáez, un religioso que nació en Argentina pero desarrolló su vida pastoral en España.

En la primera instancia de «beatos» están Laura Vicuña, de origen chilena y fallecida en Junín de los Andes (Neuquén), y el hermano salesiano Artémides Zatti, nacido en Italia y muerto en Viedma (Río Negro).

Entre los procesos más emblemáticos, aunque frenados a pesar del interés político-eclesiástico que conllevan, figuran los de Gabriel «Cura» Brochero y fray Mamerto Esquiú.

Fuente: 26noticias.com.ar

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