SE CUMPLEN 15 AÑOS DE LA RESTAURACIÓN DEL TEATRO ITALIANO DE RAWSON

Arana, en la primera fila de un teatro que, gracias a la TV, recobró el esplendor de los antiguos tiempos. Foto: Jorge Bosch
Arana, en la primera fila de un teatro que, gracias a la TV, recobró el esplendor de los antiguos tiempos. Foto: Jorge Bosch

14/10/16- Una de las tantas crónicas que fueron publicadas en distintos medios nacionales, provinciales y zonales, fue el que apareció en el Diario «La Nación», en su sección Espectáculos, sobre la iniciativa del programa «La misión», que se emitió por Canal 13, el domingo 14 de octubre de 2001.
Cuando la televisión ayuda
La idea de «La misión», que comienza hoy por Canal 13, es cumplir con emprendimientos que dejen algo a la comunidad.

La sala y el frente del teatro de Rawson fueron restaurados. Para la fiesta de reinauguración se vendieron entradas casa por casa y se montó una obra en la que intervinieron actores de la Capital. Foto: Jorge Bosch
La sala y el frente del teatro de Rawson fueron restaurados. Para la fiesta de reinauguración se vendieron entradas casa por casa y se montó una obra en la que intervinieron actores de la Capital. Foto: Jorge Bosch

En la ciudad de Rawson, provincia de Buenos Aires, todo es en singular. Hay una radio, un bar, una pileta y ningún teatro. En realidad, la única sala del pueblo que queda en pie permaneció cerrada durante casi diez años. Hasta que apareció «La misión producciones» el programa que se estrena hoy, a las 21, por Canal 13.
El ciclo de doce capítulos mostrará diferentes emprendimientos solidarios realizados en todo el país por un equipo de seis productores encargados de mostrar paso a paso el detrás de la escena de su trabajo. En este caso, conseguir la reapertura de una sala teatral.

Mientras que en el episodio de esta noche se verá cómo la producción organizó la grabación de un CD en beneficio de la Fundación Argentina de Infectología Pediátrica del Hospital Gutiérrez, a principios de la semana que pasó LA NACION fue testigo de lo que será la tercera misión: el renacimiento de un teatro.
El objetivo era claro: reabrir la sala, que desde su inauguración, el 7 de agosto de 1910, se había convertido en el centro de las actividades culturales de esta pequeña ciudad, de 2800 habitantes.

Todos para uno: Pablo González, Fernanda Caride, Mario Pasik, Marta Bertoldi, Hugo Arana y Norma Hansen. Foto: Jorge Bosch
Todos para uno: Pablo González, Fernanda Caride, Mario Pasik, Marta Bertoldi, Hugo Arana y Norma Hansen. Foto: Jorge Bosch

«Lástima el tiempo», repetía Pablo González, el productor-conductor, encargado de llevar adelante esta tarea, cada vez que miraba el cielo y la respuesta era un baldazo de lluvia. «Lástima el tiempo», sufría Norma Hansen, la delegada municipal de Rawson y principal impulsora del proyecto. Ella, una señora alta, bella y muy decidida, se puso en contacto con la productora Promofilm porque la plata de los subsidios que había conseguido no alcanzaba para salvar el teatro semidestruido que forma parte de su historia. De la historia de todo Rawson. Esas paredes están allí desde el tiempo en que las sociedades italiana y española del pueblo se repartían los eventos culturales. Ambas contaban con sus respectivas salas hasta que el tiempo y la crisis hicieron que el teatro de la sociedad española se convirtiera en una pileta de natación y que el de la italiana se llenara de murciélagos y telarañas.

Ante el llamado de la gente de Rawson, la producción de «La misión» pensó que ese rescate tenía todas las características para convertirse en el próximo proyecto del programa. Ya no se trataba de cumplir un sueño individual, como los de «Sorpresa y media», de la misma productora, sino de poner el acento en lo comunitario.

Así, hace un mes empezaron los viajes regulares al pueblo, que queda a 180 kilómetros de la capital. González se encontró entonces con un edificio abandonado al que le faltaba de todo y que, en un principio, parecía no importarle a nadie.

«La primera vez que vino Pablo (González) supongo que debe de haber creído que no había tanto entusiasmo de parte de la gente, pero después fue creciendo. Ya para la segunda vez vio a muchas personas trabajando juntas», cuenta la delegada mientras a su alrededor la excitación crece a medida que se acerca la hora de la reinauguración oficial.

«A diferencia de «Sorpresa…», acá la idea no es llegar y conseguirles todo sino que tratamos de conseguir algunas cosas, pero sobre todo la gente tiene que trabajar y eso fue lo que más nos costó. La primera vez que vinimos la gente todavía no se había enganchado. Cuando vieron que la cosa iba en serio se fueron entusiasmando, pero les costó», explica González a bordo de una camioneta roja decorada con el logo del ciclo, muy parecido a esos que muestran los carteles callejeros de hombres trabajando.

El día de la reapertura, que se verá al aire en dos semanas, la lluvia y el viento no evitaron que Rawson resignara su tranquilidad habitual. Cámaras, luces y los últimos detalles de terminación de la sala se mezclaban con la ansiedad de quienes querían mostrar los resultados de sus esfuerzos.

Entre los primeros estaban aquellos actores locales que desde el cierre del teatro se habían quedado sin un lugar donde reunirse y mostrar sus obras. Ellos encabezaban el relato de las anécdotas, como aquella protagonizada por un director, un hombre ya mayor que queriendo colgar un elemento de escenografía se cayó de una escalera altísima y salió casi sin rasguños. O aquel recuerdo de la época en que el teatro oficiaba también de cine y cada película se promocionaba por altavoces instalados en el frente. No es difícil imaginarse al público de los años 30, 40 o 50 ingresando en este teatro en el que las butacas eran -y siguen siendo- de madera y hierro pintado y en el que la sala de proyección tenía una ventana por la que los chicos se colaban a ver la función. Aires de «Cinéma Paradiso» en la provincia de Buenos Aires.

Ahora, para ver una película o una función de teatro la gente de Rawson tiene que viajar hasta la ciudad de Chivilcoy. Eso implica recorrer cincuenta kilómetros de ida y otros tantos de vuelta.

Recuerdos del pasado

Hoy, el teatro está reluciente. A pesar del barro que dejan en el piso las personas que entran y salen constantemente, todo está como el primer día. Es más: la remodelación mantuvo en la entrada de la sala un espejo pintado en el que se lee: «Fume Pour La Noblese. 20, 30, 40 y 60 cts.», un recuerdo de otras épocas, como la puerta de madera que corrió peligro de ser reemplazada hasta que un vecino salió en su defensa.

«Un hombre que vive acá enfrente se hizo cargo de arreglar esta puerta de madera tan linda que había donado su abuelo. Dijo que quería hacerlo porque para él es un tema familiar. La puerta tiene 80 años y era una lástima perderla», relata el productor, que después de cinco visitas a Rawson se transformó casi en uno más de sus habitantes. Hasta se acostumbró a que en sus calles los autos no se cierran y que las casas están siempre abiertas. Basta con golpear la puerta y entrar. Eso es lo que hacía Nelly, una señora elegante de camisa roja y negra, sombrero colorado y campera blanca que, «cuando era joven», se ocupaba de vender las entradas del teatro casa por casa. Para la reapertura volvió a armar su tablero de venta de localidades y salió para ofrecerlas, de puerta en puerta.

El padrino

Cada misión tiene un padrino. Una persona famosa o conocida que con su presencia ayuda a conseguir lo que de otra manera parece difícil. En el caso del primer programa ese lugar lo ocupará Alejandro Lerner, quien con su presencia consiguió que un grupo de músicos reconocidos se sumara a la grabación del CD a beneficio. Para el episodio del teatro, otra de las productoras, Fernanda Caride, se acercó a Hugo Arana, director de la obra de Jacobo Langsner «Locos de contentos», que protagonizan Mario Pasik y Marta Bertoldi. Todos aceptaron viajar a Rawson y poner la obra en escena, la mejor manera de inaugurar la nueva etapa de la sala. Así, la excitación de los habitantes del pueblo se multiplicó. No sólo se reabriría el teatro, sino que además unas cuantas caras conocidas visitarían el lugar.

Los actores pasearon por el pueblo, del teatro al club social y de allí a la radio para promocionar una función que ya era un secreto a voces. Nadie en los alrededores quería quedarse fuera del evento del año. Los chicos empapados revoloteaban frente a las puertas de la sala muchas horas antes de la hora señalada. Todos querían ser parte del grupo de 330 personas que se sentaría en las renovadas butacas para ver la obra.

La prioridad la tenían quienes dedicaron tiempo y trabajo a la remodelación. Allí estaba Pipo, encargado de casi todo, o la directora de la escuela, Susana Talento -nombre real, aunque parezca artístico-, nieta de uno de los fundadores de la sociedad italiana. Eran muchos los que, tímidamente al principio y con pasión después, colaboraron para llegar a la fecha de reapertura. Los tiempos se aceleraron porque, más allá de sus buenas intenciones, «La misión producciones» es un programa de TV y se sabe que allí las cosas tienen un ritmo vertiginoso, una modalidad extraña para el compás de Rawson. Y sin embargo, la TV contagia: «Si ellos nos dan el máster no filmamos nosotros», decía una señora impactada por la jerga televisiva.

Más de veinte personas de la producción se movían entre el escenario y las butacas terminando de instalar todo para la noche. Casi tres horas antes de la función, y con una lluvia que convertía las calles del pueblo en un cuadro impresionista, los ansiosos espectadores llegaban vestidos de punta en blanco. El desfile interminable de gente provocó que se cerraran las puertas del teatro. Es que todo estaba impecable y las paredes pintadas de blanco y salmón corrían serio peligro de mancharse antes de tiempo.

El espectáculo estaba anunciado para las 19.30 y todavía había mucho por hacer. Casi a una hora del estreno, el inexistente tráfico de Rawson se convirtió en una calle del microcentro en hora pico. No había lugar para estacionar.

Alrededor de las 20, el programa, la reapertura y la misión solidarias corrieron riesgo de verse desbordados por la gran cantidad de gente que insistía en entrar en la sala, que ya estaba hasta el tope. Después de unos minutos de nerviosismo, los espectadores ingresan y se acomodan entre la platea, el pullman, los pasillos y las escaleras. Hasta los chicos, esos que desde el mediodía se preocuparon por conseguir sus entradas, improvisaron una primerísima fila con sus sillitas de juguete.

Allí están quienes todavía recuerdan los tiempos de esplendor de la sala y otros más jóvenes que no pueden creer que su pueblo vuelva a tener teatro.

«Esta reapertura tiene más éxito que Los Nocheros», dice una señora con su hija en brazos.

Sobre el escenario, Hugo Arana anuncia el comienzo de la función. Se apagan las luces, los actores están en escena. Aplausos. Misión cumplida.

Un comentario en «SE CUMPLEN 15 AÑOS DE LA RESTAURACIÓN DEL TEATRO ITALIANO DE RAWSON»

  • el 14/10/2016 a las 17:38
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    Gracias Rómulo por recordar este acontecimiento y por estar en aquel momento colaborando siempre! Me emocioné al leer este artículo! Mi agradecimiento a todos los que hicieron posible este sueño! Un abrazo desde Colombia donde estamos visitando a nuestra Flia y desde este lugar seguimos con el corazón en Rawson a través de Radiosobrenivel !!!

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