DURÍSIMAS CRÍTICAS AL GOBIERNO NACIONAL DE ETCHEVEHERE EN LA INAUGURACIÓN DE LA EXPOSICIÓN DE LA RURAL

 Luis Miguel Etchevehere.
Luis Miguel Etchevehere.
26/7/14- La muestra de ganadería y agroindustria que se realiza en el predio de la Sociedad Rural Argentina (SRA), quedó inaugurada oficialmente en la mañana de hoy, con el desfile de los grandes campeones y el discurso de quién preside dicha entidad ,Luis Miguel Etchevehere, dónde tuvo durísimos términos contra el gobierno que conduce Cristina Fernández de Kirchner.
Discurso del presidente de la SRA, Luis Miguel Etchevehere, durante la inauguración de la 128º Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria Internacional
Sabemos de qué se trata
La prudencia ha sido desde siempre considerada una virtud superior.
Revela dominio del impulso y aptitud para la reflexión.
Nosotros estamos siguiendo ese camino. Estamos convirtiendo esa convicción en un compromiso con la Argentina, y con nuestros productores agropecuarios.
Prudencia, moderación, responsabilidad, por supuesto. Siempre.
Por el contrario, cuando la prudencia se convierte en inacción, se transforma en cobardía.
Cobardía, silencio, complicidad, no. Ni ahora, ni nunca.
Es esta convicción la que nos permite llevar a cabo nuestra siembra todos los días.

Nos mantuvimos de pie. Resistimos el atropello autoritario. Hemos logrado superar todas las tormentas. Las que desata el gobierno y las que desata el cielo. Las inundaciones, la sequía real y el desprecio absoluto por el diálogo. Pese a todas las zancadillas, hoy podemos decir que el campo argentino mantiene su frente alta, orgulloso de ser el más competitivo del mundo, pese a los palos en la rueda de quienes no conocen ni quieren conocer la revolución tecnológica en la que estamos embarcados y han hecho de la ignorancia una practica política.

Con responsabilidad, seguimos trabajando.
Sería fácil hacer leña del árbol caído en el ocaso de un gobierno que terminara su gestión dentro de dieciséis meses. Sería fácil echar nafta al fuego. Siempre es mas sencillo destruir que construir.

Derribar es cuestión de minutos. Edificar exige tiempo y sudor. En nuestras raíces y en nuestra sangre, está metido el valor del esfuerzo y de la paciencia que nos enseñaron nuestros padres. Si nos gustaran los facilismos, no seríamos productores agropecuarios.
Por eso siempre apostamos a crear, no a destruir. Producimos alimentos. Creamos vida, nada más y nada menos. No somos los únicos que lo hacen pero somos parte esencial de esa labor indispensable.

El mundo nos enseña que se puede lograr una buena articulación entre lo público y lo privado. Para el bien de todos. Para el crecimiento colectivo.
Queremos una Argentina generosa donde abunde el alimento, la educación de excelencia, la libertad, la seguridad ciudadana y la justicia para todos.
Esa es nuestra utopía, es decir el sueño hacia el que nos encaminamos día tras día dándole realidad con nuestra marcha.

Estamos dispuestos a poner el hombro y a cargar sobre la espalda lo que haya que cargar para ayudar a que este país tenga un futuro apasionante: Uno futuro federal, un futuro donde el delito deje de existir tanto en las ciudades como en el campo y desaparezca la inseguridad.
Un futuro donde educar no solo signifique únicamente capacitar para el desempeño profesional, sino también capacitar para la responsabilidad ciudadana y la solidaridad social.
La escuela pública supo hacerlo. Recuperarla equivale a recuperar otra calidad de convivencia para los argentinos.
Un futuro donde contemos con políticas diferenciadas para pequeños productores. Capaz de promover su arraigo y asegurar su vida en familia.

No somos soberbios: sabemos aprender de nuestros errores. Tampoco somos cobardes: nadie va a desviarnos de nuestra misión.

Insisto: No nos jactamos de tener algo que enseñar: Pero si algo podemos demostrar es que sabemos aprender del mundo, de la ciencia, de la técnica y de nuestra propia historia.
No caímos en la trampa de la provocación. No pudieron aislarnos.
Hoy estamos todos juntos y mas que juntos unidos, tirando para el mismo lado. La Mesa de Enlace es un ejemplo invicto de convivencia en la diversidad. En ella cada uno defiende con pasión lo que piensa, pero pone por encima el interés de todos.
Con la Mesa de Enlace y junto a los trabajadores rurales, seguiremos empeñados en recuperar el Renatre, ejemplo de convivencia entre trabajadores y productores.

También tendimos puentes de confianza hacia todos los empresarios. Hemos integrado el Foro de Convergencia Empresaria, ese esfuerzo tan auspicioso que viene a demostrar que no hay desarrollo real sin ciudadanía.

Y ya sabemos cuáles son las Políticas de Estado para que, gobierne quien gobierne, tengamos el marco institucional que nos contenga a todos y permita encauzar el potencial productivo del país.
Necesitamos entonces el compromiso de las fuerzas políticas, tanto de las que sean en el futuro oficialistas u opositoras.
Unas y otras deberán mantener a lo largo del tiempo la vigencia de esas Políticas de Estado.

Sin vacilaciones ni claudicaciones.
Seguimos trabajando.
Sabemos que la inmensa mayoría de los argentinos quiere sumar. Sabemos que son minorías las que nos quieren dividir. Y hay que decirlo una vez más y en voz alta: no lo han logrado ni lo van a lograr.
Quedo demostrado: la lógica del gobierno actual no funciona: el insulto, el prejuicio, la intolerancia, la soberbia de creer que se puede saberlo todo sin tomar en cuenta a los que no piensan como uno.

Si se sigue aplicando lo que no funciona, no podemos esperar resultados diferentes.
No se afianzara el federalismo.
No habrá sustentabilidad.
No habrá empleo digno ni desarrollo armónico de las provincias.
Prosperara en cambio el narcotráfico.
La inseguridad seguirá cosechando victimas.
Seguirán estancados nuestros ferrocarriles.
La corrupción seguirá riéndose en nuestra cara.
Se extenderá el desarraigo de quienes no pueden vivir en su propio suelo y el miedo podrá mas que la alegría de ser Argentino.
Es hora de probar con lo Nuevo, que es tan viejo como el mundo: animémonos a descartar lo que no funciona. Tengamos el coraje de la innovación. Decidámonos a aplicar el sentido común y garantizar la seguridad jurídica. Entonces lloverán miles de inversiones en el suelo fértil de toda la patria.

En este momento, el gobierno se enfrenta a algo a lo que no puede escapar: el momento del balance.
Hagamos memoria.

Diez millones de cabezas menos.
14 mil ganaderos menos.
135 frigoríficos menos.
15 mil empleados del gremio de la carne menos.
7 años de incumplimiento de la cuota Hilton, que nos han hecho caer del tercero al décimo tercer puesto en exportaciones de carne.

Seguimos produciendo la misma cantidad de leche que en 1999, pero siete mil tambos han desaparecido. Mientras tanto, todos nuestros competidores aumentaron su producción.

Producimos un 40 por ciento menos de lana. Eso significa 20 millones de kilos menos por año. Detrás de cada oveja hay un ovejero, y detrás de cada ovejero hay una familia. Un tercio de nuestro territorio depende de la oveja. La oveja significa soberanía, y hoy, en Santa Cruz, por falta de rentabilidad, hay 600 establecimientos ovejeros menos. O 600 campos abandonados, que es lo mismo.

El mismo panorama desolador reina en la producción de algodón, en la de aceituna y aceite de oliva, y en tantos otros sectores.

No solo el maíz y el trigo; hasta la soja deja de ser rentable a medida que nos alejamos de los puertos. Ha caído el precio internacional, es verdad. Pero el gobierno, en vez de respaldar a la producción, ha seguido ahogándonos a través de las retenciones. Política irracional y destructora, concepto absurdo de poder que se funda en la siembra de esterilidad.

La intervención del Gobierno hizo que tuviéramos las dos peores siembras de trigo en cien años. Hay dos grandes perdedores: los productores y los consumidores. Y dos grandes ganadores, los que se cartelizaron, y los que abusaron de su posición dominante en complicidad con el Gobierno. Quebraron la competencia y la transparencia de los mercados. Y así nos fue a todos los que no optamos por la fiesta de la destrucción.
Solo en concepto de retenciones a los granos, el gobierno recaudó 76 mil millones de dólares en diez años.
Se llenaron los bolsillos y recaudaron como nunca. Ningún Gobierno, desde el retorno de la democracia, tuvo tanto poder y tanto dinero. Y sin embargo, no soluciono ningún problema de fondo.
Después de la supuesta década ganada, el 90 por ciento de los caminos siguen siendo de tierra y sin mantenimiento. y en el diez por ciento restante vivimos esquivando pozos.
El populismo demagógico cree que todo se resuelve con algunos pesos y mucha publicidad.
Este gobierno no quiere resolver los problemas de los más necesitados; se los quiere sacar de encima y valerse de ellos como capital electoral.
No quiere transformar la realidad injusta porque apela al facilismo. No apuesta al esfuerzo, a la educación de calidad. Este proyecto no tiene alma, no tiene amor por la patria ni por los argentinos, no tiene en cuenta las personas, solo le interesa la rentabilidad lograda mediante el fracaso de las mayorías.

Fue la década depredada. Depredaron los recursos del campo, las reservas energéticas y las del Banco Central. Depredaron la credibilidad de las estadísticas públicas. Y se extiende sobre todos nosotros la sombra de un nuevo default, mientras nos dicen que la cuenta la pague el que sigue.

Sin embargo, y a pesar de todo, nada está perdido sin remedio.
Nuestra brújula es la necesidad de cambiar.
La esperanza es la fuerza espiritual que nos impulsa a no resignarnos; una esperanza que construimos con propuestas y consensos.
No nos caracteriza la desorientación ni el desanimo. Nos caracterizan la imaginación y la creación de alternativas.
Ya sabemos perfectamente qué es lo que NO hay que hacer.
Por donde No hay que ir

Ahora queremos aportar a lo que Sí hay que hacer.
Queremos concretar el gran potencial que tenemos. Podemos producir alimentos para más de 700 millones de personas.
Ir hacia ese horizonte es decidirse a terminar con el hambre que humilla a nuestro país.

Para lograrlo, necesitamos políticas públicas adecuadas.
Un Estado en el que el poder esté al servicio de la ley y no la ley al servicio del poder.
De aquí al año 2020, podemos pasar de 100 a 160 millones de toneladas de granos.
De 11 a 18 mil millones de litros de leche.
Podemos llegar a los 5 millones de toneladas de carne, sin un solo frigorífico cerrado, sin un solo trabajador en la calle.
Podemos cosechar 20 millones de toneladas de trigo por año, 4 veces más de lo que necesitamos para abastecer el consumo interno, podemos repoblar de ovejas la Patagónica y generar decenas de miles de puestos de trabajo.

Por eso, por toda la República se extiende una convicción unánime: es urgente cambiar el rumbo.
Con el campo en marcha, el país que viene no tendrá nada que ver con este.
Ya logramos el compromiso inicial de las principales fuerzas políticas con voluntad de dialogo. Celebramos esas propuestas, y esperamos que pronto se transformen en hechos concretos.

Responsabilidad, siempre; cobardía, nunca. Menos aún corrupción.
El corrupto es un hombre que se aprovecha del poder político o económico para robar los dineros públicos, y para conspirar contra el orden democrático como dice la Constitución Nacional. Eso es intolerable para todos que se levantan al alba para trabajar y no para fabricar billetes o apropiarse de empresas ajenas.

Repetimos: faltan 16 meses.
Cuál es la propuesta del Gobierno para este último tramo?
Va a intentar solucionar con sentido común los mayores reclamos de la gente ? O seguirá empecinado en caminar a ciegas hacia el porvenir.

Sentimos angustia e inquietud por la inflación y la inseguridad que no paran.
Por el fantasma de un default que nadie quiere, y por la falta de profesionalismo y de ética republicana de muchos funcionarios.
Que nadie mire para otro lado ni haga la plancha: en 16 meses se puede hacer mucho bien, pero también se puede insistir en los desaciertos.

Seguimos trabajando.
Con responsabilidad y sin cobardía para hacernos cargo de la Argentina que tenemos y edificar la Argentina que queremos. Nadie lo va a hacer por nosotros.

Vamos a fomentar la cosecha de valores, el arraigo a la tierra y el amor por lo nuestro. La tradición pero también la innovación. La inversión y el crecimiento. Trabajamos para nuestros hijos, por supuesto. Pero también trabajamos para ver nosotros mismos los resultados de nuestro esfuerzo. Tal vez no lleguemos adonde quisiéramos llegar, pero nadie nos podrá acusar de no encaminarnos con resolución hacia donde debemos ir.

Amigos: el campo es progreso y por eso progresista. El campo es industria, construcción, comercio, servicios, infraestructura, y alimentos para todos.
El campo es semilla y locomotora del desarrollo.
El campo es cultura porque aporta conocimiento.
El campo es mucho más que el campo.
El campo somos todos.
El campo, es Argentina.

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